Archivos Mensuales: agosto 2019

Tokyo. Akihabara

Estándar

Akihabara, el barrio de la electrónica, videojuegos, y la cultura otaku, del anime y el manga). El barrio que me produjo más sensaciones contradictorias. Por un lado me fascinó, pero por otro lado me agobió y hubo ciertas cosas que no me gustaron nada. En fin, quizás hay que verlo para entenderlo…

Por un lado te encuentras con la cultura cosplay: gente divertida, disfrazada, interpretando personajes, especialmente con temáticas de videojuegos o del mundo anime, bailando en la calle, muy a «su rollo», artesanos, DJs, magos…

Nada más llegar desde el mismo tren, ya vimos como doscientas personas plantadas frente a una pantalla gigante como hipnotizados. Todos a la vez saludaron y se sentaron y de pronto, todos jugando con sus móviles. Luego nos enteramos que eran el 50 aniversario de un videojuego y era una quedada conmemorativa.

Por otra parte están los centros comerciales de muchas plantas y superestrechos, con una escalera mecánica de la anchura de una persona y bastante claustrofóbicos, así como edificios llenos de plantas de videojuegos y otro tipo de entretenimientos varios. Muchas luces de neon, mucho estímulo visual que te incita a consumir. Para mi un exceso que me saturó. Además de la cantidad de gente en masa que había.

gundam

Obviando esto, te puedes encontrar con muchas cosas curiosas, como las cafeterías temáticas: Gundam café (al cual entramos), las ya nombradas cafeterías de lechuzas y animales varios o los «maid cafe» cuyas camareras visten como doncel

las convirtiéndose en tu criada, con un toque inocentón tipo lolita que no mola nada.

Para llegar a este barrio volvimos a usar la linea JR Yamanote.

Tokyo. Palacio imperial.

Estándar

En el barrio de Chiyoda, cerca de la estación central de Tokio, se encuentra el Palacio Imperial. Rodeado de agua, todas las tardes montones de corredores llenan las aceras que lo rodean. En su interior, se pueden visitar dos jardines: Higashi gyoen y Tokyo-gaien. El resto del recinto no es visitable ya que es la residencia del emperador. Lo que se puede ver no es nada del otro mundo, pero si un agradable paseo por los jardines para una tarde que, como a nosotros, se quede libre y se pueda aprovechar de esta forma. Nosotros además pasábamos a menudo por la estación central, ya que nos alojamos en la zona de Shimbashi.

Tokyo. Shibuya

Estándar

Shibuya es un barrio comercial pero también hay otros rincones fuera del bullicio de la gente donde se puede respirar tranquilidad y naturaleza como el parque Yoyogi o el santuario Meiji.

Este barrio es bien conocido por el cruce de peatones más concurrido y fotografiado del mundo, aunque una vez en Japón te das cuenta que no sólo no es él único de dichas características, sino que los hay más grandes.

Otra imagen que todo turista busca es la famosa estatua del perro Hachiko. Es fácil verla, ya que se encuentra a la salida de la estación de tren, pero no os esperéis nada del otro mundo. Simplemente es un perro a tamaño real, lo verdaderamente interesante es la historia que hay detrás de dicha estatua.

Para llegar a él usamos la linea JR Yamanote. Desde la misma estación te das de frente con Hachiko y el cruce de Shibuya. Desde ahí, todo es dejarse llevar y perderse por las calles y centros comerciales. Nosotros aprovechamos a hacer alguna compra, ya que nos habían perdido las maletas. Los centros comerciales tienen muchas plantas, pero en superficie suelen ser pequeños. Nos dejamos caer por varios de ellos (Shibuya 109, Hilarie…) usándolos como miradores a la vez que cotilleábamos cosas y descubriendo rincones como las escaleras de emergencia llenas de grafitties.

Después nos acercamos a pie hasta el parque Yoyogi para desconectar de tanta actividad, gente e hiperstimulación visual de los carteles con anunciasen y neones de colores. Vimos una gran parte de él antes de dirigirnos, para finalizar el día, al santuario Meiji.

El recorrido del santuario sintoísta comienza con un bonito paseo entre árboles donde se cruzan varios toros, el más grande de 12m de altura. Justo en la entrada nos encontramos con la temizuya, que es la fuente donde nos purificamos para entrar. Es todo un ritual: con un cucharón de madera, primero se lava la mano izquierda, luego la derecha y por último la boca. Después se vuelve a coger agua y se coloca el cucharón en vertical para limpiar el mango.

El santuario es de madera de ciprés. Tanto en éste como en el resto de santuarios, las ofrendas consisten en echar una moneda, hacer dos reverencias, dar dos palmadas y una última reverencia. Todo esto lo aprendimos por medio de la observación y estuvimos todo el viaje poniéndolo en práctica.

En todos los santuarios se pueden ver diferentes oraciones tanto en madera (mas) como en las puertas rojas (toros) así como diversos amuletos (omamoris). También si lleváis un cuadernillo, es interesante buscar en los santuarios y estaciones de tren los sellos con el nombre y las imágenes del lugar. Nosotros nos hicimos una buena colección ellos.